En el mercado campesino de Fontibón se encuentran frutas, verduras y tubérculos frescos. | Miguel Galezzo/Dejusticia
6 razones para comprar en mercados campesinos, étnicos y agroecológicos
Por: Dejusticia | septiembre 13, 2019
«Comer es el acto más político de todos”, afirma el fundador de Slow Food, Carlo Petrini, una de las cincuenta personas que podría salvar el mundo según The Guardian. En este sentido, nuestra postura como consumidores depende en gran medida de una rutina que repetimos cada 15 o 20 días: hacer mercado.
Detrás de esta decisión, que generalmente tomamos con base en la cercanía o los precios, hay otros factores que son importantes para pensarlo dos veces antes de salir casi por inercia al supermercado más cercano.
Como parte de la campaña Llevo el Campo*, consultamos con médicos, economistas, investigadores, campesinos y consumidores por qué creen que comprar en mercados campesinos, étnicos y agroecológicos es lo mejor que podemos hacer cuando la nevera queda vacía.
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1. Ofrecen mejores precios para el campesino y el comprador
Antes de que los alimentos lleguen al estante del supermercado suelen pasar por una larga cadena de intermediarios que termina por aumentar los costos del producto. Así lo explica Alejandro Rodríguez, economista e investigador de Dejusticia: “El precio que llega al consumidor es errático, no está fijado por la oferta y la demanda sino por grandes centrales (como Corabastos) que le compran al campesino y venden a los supermercados con precios que fijan a su antojo”.
Los mercados campesinos, étnicos y agroecológicos ofrecen entonces una alternativa más justa en términos económicos para ambas partes. Así lo confirma Argemiro Velandia, líder campesino de Nuevo Colón, Boyacá, quien participa en los mercados campesinos de Bogotá desde hace 14 años: “Hemos visto cómo mejoran los ingresos de nuestras familias cuando se acortan los eslabones y logramos vender directamente desde nuestras unidades de producción hasta el consumidor final”.
Las cifras también lo evidencian: según la Encuesta de Hogares Campesinos de 2014, los ingresos de quienes participaron en los mercados aumentaron en un 63%, en comparación con los obtenidos a través del canal de intermediación tradicional.
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2. Aportan a una alimentación sana
En los mercados campesinos de Bogotá suelen encontrarse frutas, verduras, tubérculos frescos y amasijos artesanales que llegan desde Cundinamarca, Meta, Boyacá y Tolima. El consumo de alimentos frescos está relacionado con la buena salud, como explica Luis Fernando Gómez, médico salubrista de la Universidad Javeriana: “La evidencia científica muestra que el consumo de frutas, verduras y leguminosas disminuye de manera significativa el riesgo de enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer”.
El hecho de que los productos tengan menos pasos en su comercialización hace que vengan con menos sustancias artificiales. “Como no tienen que ser sometidos a unas largas cadenas de congelamiento o de almacenamiento, no es necesario añadirle aditivos como conservantes, colorantes o antihongos”, explica Mercedes Mora, nutricionista e investigadora de la Universidad Nacional.
Además, la agricultura campesina, familiar y comunitaria tiene el potencial de producir alimentos sin utilizar químicos, o utilizando un mínimo de ellos al apostarle a la agroecología. Así lo ha afirmado la Relatora Especial sobre el Derecho a la Alimentación para Naciones Unidas, Hilal Elver.
Un ejemplo de esto ocurre en la vereda La Parroquia, de Armero-Guayabal (Tolima), donde se cultivan 5 toneladas de comida que se venden en el mercado campesino de Fontibón. Allí la comunidad está construyendo los primeros invernaderos con la ayuda de créditos del Banco Agrario para aislar los alimentos de las plagas y evitar la necesidad de usar herbicidas.
3. Su impacto ambiental es menor
Hay varias maneras en las que comprar en mercados campesinos, étnicos y agroecológicos reduce nuestra huella ambiental. La primera tiene que ver con la cercanía del producto, pues el transporte de alimentos en circuitos cortos contamina entre 8 y 14 veces menos que la importación, según una investigación de 2014 de la Universidad Nacional.
Esa contaminación en el transporte se reduce aún más cuando las ventas son directas, como ocurre en los mercados campesinos, étnicos y agroecológicos pues “ya no son varios camiones de diferentes intermediarios trayendo la producción, sino uno solo que sale del punto de acopio hacia el mercado”, como explica Freddy Ordóñez, investigador del Instituto Latinoamericano para una Sociedad y un Derecho Alternativos (ILSA).
Finalmente, al comprar lechugas, zanahorias o fresas en el mercado campesino, nos alejamos del excesivo uso del plástico e icopor con el que suelen empacar las frutas y verduras en los supermercados. Esto sería un aporte a la descontaminación de Bogotá, donde se producen 7.500 toneladas de residuos sólidos al día y solo se recicla el 15%, según Greenpeace.
4. Conectan la cultura rural y la urbana
Efraín Villamil es un líder comunal de Fontibón que desde hace 15 años se ha dedicado a apoyar el mercado campesino de su localidad y a replicar el proceso por todo el país. Su principal razón para defenderlos tiene que ver con la convivencia: “Se han creado unos lazos de amistad muy fuertes: vemos que los productores reciben en sus finquitas a familias que salen de aquí y los campesinos aquí también tienen dónde quedarse”, cuenta.
El líder campesino Argemiro Velandia también valora lo que él llama “el intercambio ancestral” que ocurre cada 15 días en la plaza de Fontibón. “Estamos volviendo al trueque: nosotros en Boyacá producimos caducifolios (pera, manzana, durazno y ciruelo) e intercambiamos productos con compañeros de municipios cálidos. Eso ha generado también una mejora en nuestra nutrición”.
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5. Contribuyen a la autonomía de la mujer rural
La mayoría de los productores que participan en mercados campesinos son mujeres. Según María Lucelly Torres, líder de Agrocomunal, esta cifra llega a 75% en los mercados que organiza esta asociación en Bogotá. “Hemos logrado que empiecen a tener los derechos que los hombres les han negado, como la tierra, la capacitación, la participación en el desarrollo de sus hijos”, cuenta.
Nelly Velandia, de la Asociación de mujeres campesinas, negras e indígenas de Colombia, lo resume en una frase: “Los mercados campesinos son una escuela para la mujer rural”, pues para algunas de ellas ese fue su primer contacto con la ciudad, con los consumidores y con el reto de vender su cosecha.
6. Ayudan a rescatar la diversidad alimentaria
En el siglo XX el mundo ha perdido más del 75% de su diversidad de alimentos según la FAO. Ante este panorama, Esperanza Cerón, directora de Educar Consumidores, explica que Colombia tiene un potencial enorme como segundo país más biodiverso del planeta: “En las condiciones de cambio climático actual, el país constituye un reservorio para toda la humanidad de productos biodiversos”
¿Qué tienen que ver los mercados campesinos, étnicos y agroecológicos con todo esto? Las comunidades campesinas e indígenas son custodias de esta diversidad pues cultivan un poco de todo lo que dé la tierra, en lugar de explotarla para los monocultivos de exportación. Para Ana María Narváez, investigadora en justicia alimentaria de Dejusticia, “los mercados campesinos, étnicos y agroecológicos son un nicho muy rico para la diversidad alimentaria pues allí se comercializan alimentos nativos y ancestrales que son rechazados por supermercados y otras grandes superficies que privilegian a los superalimentos o de consumo común”.
Si está interesado en visitar los mercados campesinos de Bogotá, consulte fechas y lugares en las redes sociales de Agrocomunal: Twitter y Facebook.
*Este contenido hizo parte de la campaña Llevo el Campo, una iniciativa de la Red Nacional de Agricultura Familiar, a la que Dejusticia se unió en 2019 para promover los mercados campesinos, étnicos y agroecológicos.