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Reelección y democracia
Por: Juan Fernando Jaramillo (Fallecido) | octubre 8, 2010
La Corte Constitucional le prestó un gran servicio a la democracia colombiana al impedir la segunda reelección presidencial inmediata.
Hace pocos días, la Corte Constitucional publicó la bien fundamentada sentencia en la que declaró la inconstitucionalidad de la ley que convocaba al referendo reeleccionista (la C-141 de 2010). También ha circulado en estos días la propuesta de convocar una Asamblea Nacional Constituyente, para permitir una nueva reelección del presidente Uribe.
Vuelve entonces a la escena el tema de la reelección presidencial. Por eso es importante advertir hasta el cansancio sobre las amargas experiencias que el abuso de la reelección presidencial ha generado para la democracia en América Latina.
En la historia latinoamericana la reelección presidencial fue siempre un paso previo para la eliminación de la democracia. El caso paradigmático es el del general Porfirio Díaz, en México, quien gobernó durante 31 años. Y no a través de golpes militares, sino por medio de reelecciones permitidas a través de sucesivas reformas constitucionales.
Es por eso que en el siglo XX, el constitucionalismo latinoamericano se distinguió por prohibir la reelección presidencial, bien fuera de manera absoluta, o bien la reelección inmediata. A manera de ejemplo, a principios de los años 90, solamente Nicaragua, Paraguay y la República Dominicana autorizaban la reelección inmediata.
Pero a partir de los 90 la situación cambió. Con miras a mejorar la gobernabilidad, en varios países se aprobó la reelección presidencial inmediata por una sola vez, tal como ocurrió en Argentina, Brasil, Perú, Venezuela y, claro, Colombia. Y el argumento que se ofrecía no es para nada despreciable, pues los períodos presidenciales de cuatro ó cinco años no permiten culminar los planes y programas de gobierno.
Sin embargo, fieles a la tradición latinoamericana, los residentes de los tres últimos países consideraron que una única reelección no era suficiente, y por eso pudimos ver la segunda reelección consecutiva de Fujimori y de Chávez, y el intento de Uribe por lograrla.
Sobre Fujimori y Chávez no hay nada nuevo que decir: ellos no se distinguen por su espíritu democrático – ni se afanan por demostrar lo contrario-. Y bueno, el ex Presidente Uribe cada día nos da más sorpresas. Primero, con el caso de la yidispolítica, donde se demostró que se dieron prebendas a algunos Congresistas para lograr la aprobación de la primera reelección. Y ahora, con la cada día más aterradora investigación sobre el DAS, que ha permitido establecer cómo el aparato de seguridad del Gobierno fue utilizado para vigilar y perseguir a jueces, periodistas y opositores políticos.
Claro, siempre se nos podrá decir que el ex presidente Uribe nada sabía de todo eso. Pero esa afirmación es muy difícil de creer. ¿Cómo es posible que él, que manejaba la información y las cifras sobre los municipios más pequeños y alejados del país, desconociera lo que se hacía en la oficina del lado?
Por eso, sólo cabe la conclusión de que la segunda reelección inmediata habría significado un peligro inmenso para la democracia colombiana. De allí que sea tan importante que la Corte haya declarado la inconstitucionalidad de la ley que convocaba al referendo reeleccionista, por múltiples vicios en su trámite y porque la segunda reelección inmediata vulneraba principios fundamentales de la Constitución, por lo cual constituía una sustitución de la misma. Con ello, la Corte le prestó un gran servicio a la democracia colombiana.
Ahora algunos uribistas pretenden acudir al único mecanismo que les queda -la Asamblea Nacional Constituyente- para impulsar un nuevo gobierno de Uribe. Pero, después de lo que hemos visto, ¿cuál demócrata en todos sus cabales podrá estar a favor de ello?