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Los secretos son para la intimidad de su dueño. Por esto, el mes pasado salió al mercado la nueva versión de Iphone 6 con una sorpresa tecnológica: la posibilidad de proteger las fotos, los contactos y cierta información del celular con una clave a la que nadie más tendrá acceso.

Los secretos son para la intimidad de su dueño. Por esto, el mes pasado salió al mercado la nueva versión de Iphone 6 con una sorpresa tecnológica: la posibilidad de proteger las fotos, los contactos y cierta información del celular con una clave a la que nadie más tendrá acceso.

Es una consecuencia lógica de las revelaciones de Edward Snowden sobre la vigilancia masiva de la Agencia Nacional de Seguridad de EEUU pues ni siquiera con autorización de juez podrá Apple dar la clave. Vendrán más avances y más teléfonos que contrarresten las preocupaciones ciudadanas de cómo proteger sus datos, pero por ahora, parece que son las preocupaciones de las agencias de investigación e inteligencia las que se avecinan.

El Nuevo sistema operativo de Iphone encripta con una clave matemática algorítimica que crea el usuario y que Apple no conoce y no tiene forma de conocer. Para hacerlo se requiere, según Apple, más de 5.5 años de ensayos de combinaciones con números, letras, mayúsculas y minúsculas. En las políticas de privacidad de Apple se lee: “Nunca hemos dejado entrar a ningún gobierno a nuestros servidores y nunca lo haremos.”

El director del FBI, James Comey, lidera una cruzada contra estas innovaciones de Apple y otras compañías de comunicaciones. Considera que un celular cuyo contenido no se puede conocer ni siquiera con una autorización judicial es un arma muy peligrosa. Dice que es como comprar un carro que nunca se pueda abrir, un apartamento en el que puede pasar todo, sin que nadie diferente del dueño pueda entrar. “Nadie querría vivir en este vecindario”, dice Comey. En su escritorio permanece una copia de la orden abierta e ilimitada de vigilancia por razones de seguridad que el presidente Kennedy le diera a Hoover, director del FBI de entonces, para que siguiera a Martin Luther King JR. por comunista. Es un auto-recorderis de lo mal que estaban las cosas pues Kennedy se pasó por la faja la autorización judicial y el Estado de Derecho. Comey parece querer hacer las cosas bien.

Pero por otro lado, hay al menos dos razones principales a favor del nuevo Iphone. La primera es que el celular ya no es un teléfono, ni un simple computador personal, sino que se ha ido volviendo el contenedor de nuestra información más sensible. Estos aparatos tienen datos financieros que antes solo estaban en los bancos, nuestras cartas que antes estaban en archivadores en la oficina y nuestra ubicación que nunca antes había sido registrada sin permiso. Y la lista seguirá creciendo. Nuestros intereses, nuestros amigos, la agenda de donde estuvimos y estaremos, a la que muy pronto se sumarán los datos de la salud, hasta llegar a guardar información que nunca antes se nos hubiera ocurrido. De manera que un buen candado es la consecuencia natural de cuidar lo propio y la sociedad tiene derecho a proteger lo suyo. Casi como a guardar sus secretos en su propia mente, sin que te puedan nunca obligar a confesar su contenido. Sin que te puedan torturar para lograr que arrojes los secretos que están en el cofre de tus tesoros.

La segunda razón es que el mismo gobierno, gringo, colombiano o de cualquier parte, es quien nos ha enseñado a desconfiar y a proteger nuestra privacidad. Ni hablemos de Hoover, que es clavo pasado. Pensemos en Edward Snowden, los Cinco Ojos, el hacker Sepúlveda, Andrómeda y las chuzadas del DAS que son pálido reflejo de lo que seguramente sucede en las entrañas del Estado. Pienso en el ejemplo colombiano de la ley de inteligencia que es ambigua, que no define de manera precisa qué es y quién puede hacer inteligencia, que exige retención de datos personales por tiempos extensísimos, sin que medie la orden de un juez y bajo la cual no se rinden cuentas reales a la sociedad.

Las claves y códigos son entonces una consecuencia natural de la auto-protección. Tanto el Relator de Naciones Unidos para la Libertad de Expresión Frank La Rue como la sociedad civil han dado pasos en su favor. En su informe de 2011, La Rue recomendó capacitación y alfabetización digital para aprender “el uso de la tecnología de cifrado o desvío” y “ayudar a las personas (a) aprender a protegerse contra las posibles consecuencias de revelar información privada en Internet, así como contra las restricciones indebidas de los Estados o las empresas”. La sociedad civil, por su parte, creó un grupo de principios de necesidad y proporcionalidad que recomiendan no exigirles a los proveedores de hardware o software que desarrollen fórmulas para ser vigilados.

En la era dorada de la vigilancia masiva en que vivimos, la policía tiene que aprender que los secretos en reunión son muy mala educación y que protegerlos de terceros, incluida la propia policía, es deber nuestro pero también es una prioridad del Estado y la economía modernos. Parafraseando al académico en privacidad Gus Hosein, volvernos frágiles para que el Estado nos pueda proteger equivale a un sistema hecho no para vivir en tranquilidad, sino para que la Policía pueda atrapar ladrones.

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