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Una apuesta feminista desde el norte del Cauca
Por: Dejusticia | junio 17, 2023
Andrea Carolina Forero Hernández*
“A las ancestras creativas que en la memoria llevo yo,
a las que perdieron la vida por querer alzar su voz.
A las mujeres nos dicen que no podemos,
No podemos amar, no podemos estudiar, no podemos gobernar,
mucho menos liderar, eh!”
Este es el coro de una canción que todavía se escribe, y que suena al son de la charrasca, la tambora y la guitarra. A través de estos versos liberadores, diez mujeres se reúnen en Santander de Quilichao para reconocer lo que ha significado para ellas ser negras, indígenas, campesinas, mestizas, firmantes del Acuerdo de Paz con la ex guerrilla de las FARC y personas LBTIQ+. Para que la composición de esta letra fuera posible, las mujeres han tenido un espacio previo de conversación e intercambio. Allí compartieron los sentimientos, malestares y prejuicios que han enfrentado y que quisieran contar sin rodeos. Al hacerlo, encuentran más cosas en común que diferencias, también reciben contención y consuelo. Desde esa vivencia compartida y desde ese espacio de diálogo surge la escritura, donde la canción se convierte en un medio para inmortalizar el relato colectivo.
Este encuentro musical que crea cercanías, que se construye en medio de un espíritu dialógico y que les pertenece a todas, hace del canto una herramienta sanadora para martillar las paredes que han obstaculizado los pasos de estas mujeres. Y es un espacio de catarsis creativa que se ha impulsado desde la Corporación Ensayos para la Promoción de la Cultura Política.
En 2020, Marcela Amador Ospina, antropóloga feminista, docente e investigadora y, en ese entonces, directora de Ensayos, decidió poner sobre la mesa su sueño de hacermúsica feminista. Un sueño que, aunque no se encontraba dentro de la experticia de la organización, sí hacía parte del objetivo que se han trazado como organización social desde su creación en 2009: trabajar por la construcción de una sociedad en la que mujeres, hombres y personas disidentes del sexo y el género puedan resignificar su territorio y sus vidas desde sus diversidades, con la plena garantía de que sus voces puedan ser escuchadas.
Resignificar el territorio para habitarlo en libertad tiene diversas formas de hacerse. Por medio de la investigación comunitaria, la incidencia, la formación política y la amplificación de la voz de las mujeres, Ensayos ha acompañado a otras organizaciones del Norte del Cauca en el proceso de visibilizar las violencias que se han posado sobre sus vidas y territorios y que deben ser puestas como objeto de cuidado comunitario. Para hacerlo, se ha convencido de la importancia de escuchar, narrar y debatir en voz alta, pues es solo a través del diálogo popular que se puede comenzar el camino para sanar y revertir el silenciamiento que impone la violencia y sus sistemas de opresión.
Esto es precisamente lo que hace I-Radia, la radio independiente hecha por mujeres del Norte del Cauca que visibiliza las historias, opiniones y análisis políticos de las mujeres y personas LBTIQ+ de la región. Trabajando por la “democratización de la palabra”, I-Radia realiza programas radiales gracias al trabajo conjunto de personas que se toman los micrófonos para derrumbar el cliché de que la voz de la mujer en la radio solo puede escucharse en las franjas de entretenimiento. Por el contrario, I-Radia concibe una comunicación alternativa en donde las mujeres sean valoradas en su experiencia vital por medio del relato mismo de sus luchas organizativas. Tal y como es relatado por Diana Figueroa, una de las integrantes de Ensayos, en la acción de hablar ante un micrófono, de escuchar la voz propia en alto, de ser escuchada por otras personas, reside un gran poder. Es gracias a esto que mujeres que en algún momento fueron acalladas, se animan a soltar su palabra, y a hacerlo sin miedo, lo que fortalece su confianza y liderazgo comunitario.
Pero la radio no es la única forma en que estas mujeres contribuyen al fortalecimiento de los liderazgos. Angélica Chantre, es una de las mujeres que participó en el diplomado de economías feministas propuesto por Ensayos y la Universidad Javeriana. Allí se entregaron herramientas para fomentar la autonomía económica de las mujeres y población LBTIQ+ del Norte del Cauca. Para ella, “dejar de depender económicamente de terceros, rompe los ciclos de violencias, desigualdades y discriminaciones”. Además de formarse, Angélica encontró en el espacio de intercambio creado por el diplomado, un lugar de cuidado que le permitía hablar sobre su proyecto de vida y escuchar los de sus compañeras. Conversar y hacer evidentes los esfuerzos comunitarios que han hecho estas mujeres para consolidar la autosostenibilidad de sus organizaciones y comunidades es, en sí mismo, un modo de alcanzar el sueño de una sociedad de mujeres autónomas e independientes. Y es un sueño que continúa materializándose con Ensayos, pues al finalizar el diplomado, diez de estás mujeres viajarán al País Vasco, llenándose de valentía para relatar sus proyectos económico-productivos desde una perspectiva de feminismos territoriales, interétnicos e interculturales.
De acuerdo con Ana Mile Bermúdez, quien pertenece a la Asociación de Mujeres del Norte del Cauca (ASOM) y ha participado en los procesos de formación impulsados por Ensayos, “uno de los méritos de la Corporación es que ha logrado cohesionar a las organizaciones de la región que también somos feministas”. A partir de la construcción de redes de mujeres que cuestionan las asimetrías económicas y de poder, sus integrantes han sido enfáticos en la importancia de hablar sobre las violencias que producen las desigualdades, en crear espacios de apoyo y otorgarle un carácter de responsabilidad comunitaria a las injusticias que suceden en el territorio.
Este cuidado comunitario se hace particularmente relevante en el suroccidente del país. Entre enclaves de cultivos de coca y marihuana, minería ilegal y disputas por la tierra, la guerra ha dejado marcas imborrables en el territorio y las personas que lo habitan. Las estructuras armadas de grupos al margen de la ley han encontrado en el departamento una zona estratégica para el mantenimiento de sus luchas armadas. En medio de la guerra, Ensayos se erige como una organización que no solamente acompaña procesos de mujeres con cantos liberadores, sino que también lleva más de 13 años aportando a la construcción de paz en el territorio. Esto lo hace por medio de procesos de formación política, investigación comunitaria e incidencia política para que las personas conozcan sus derechos y puedan organizarse para exigir cambios y transformar sus vidas.
Sus caminos son diversos. Es una lucha que, como cuenta su actual directora, Clara Ávila, una mujer indígena nasa, resalta la importancia de que la organización sea un espacio de aprendizaje que posibilita la “capacidad de decir y decidir”, de “poner la palabra”, de “permitirse vivir”, de acompañarnos entre mujeres para que lleguemos a lugares “donde no podemos llegar solas”.
Las integrantes de Ensayos crean en su día a día nuevas formas de imaginar la libertad. Trabajando por hacer realidad sus sueños, nos demuestran que, contrario a lo que dice la canción, las mujeres y personas diversas sí pueden llegar a espacios políticos y comunitarios en los que históricamente han encontrado cerrada la puerta de entrada. Basta con el poder popular y feminista para abrir la puerta y entrar al cuarto a sentar la palabra.
(*) Investigadora de Dejusticia
(**) Este artículo hace parte del especial #TejidoVivo, producto de una alianza periodística entre el centro de estudios Dejusticia y El Espectador.